viernes, 1 de mayo de 2020

¿Por qué el natalicio de Noverre es el referente para el Día Internacional de la Danza?

El Grupo de Danzas Argentinas y Latinoamericanas (GEDAL) lanzó una serie de preguntas en "un gesto de desobediencia epistémica" acerca de lo que representa el Día Internacional de la Danza a propósito de la fecha elegida por la UNESCO y sobre la legitimidad de conmemorar a Noverre. Los cuestionamientos evidentemente son contestatarios, si dan click aquí pueden ver la publicación.

La figura de Noverre quedó reducida a su nacionalidad y tono de piel, pero sí, por lo demás tenemos que aceptar que esta fecha sirve mayormente de festejo para los que estamos involucrados en la danza escénica, los danzantes tradicionales cuentan con sus propias fechas reivindicativas, aunque la danza pueda llevarnos a destinos parecidos no vamos por las mismas rutas, ellos no necesitan este tipo de recordatorios.

Cada año en redes sociales nos dicen que el 29 de abril es el natalicio de Noverre y que a ello se debe la elección del Día de la Danza. Incluso podemos ver publicaciones como esta en la que se ofrece una idea general sobre la relevancia de su pensamiento y obra:


Ante los cuestionamientos es importante revisar Las cartas sobre la danza y sobre los ballets de Noverre para saber en qué consiste su legado a casi 300 años de haber nacido. Después que cada quien forme su propia opinión según su criterio.

No hay aspecto de la danza escénica que Noverre no haya desmenuzado, desde la técnica hasta la producción, nos invita tempranamente a pensar de manera crítica sobre todo lo que involucra hacer un montaje escénico.

En sus primeras cartas expone la contrariedad de moldear los cuerpos mediante movimientos estereotipados, de enseñar la danza sin prestar atención al propio proceso de cada bailarín en pos de unificar y estandarizar los modos de bailar:

..."Señor, no puedo dejar de desaprobar a los maestros de ballets que tienen la ridícula testarudez de pretender que los figurantes, hombres y mujeres, se modelen exactamente sobre ellos, calcando sus movimientos, gestos y actitudes; esta singular pretensión ¿no se opondrá al desarrollo de las gracias naturales de los ejecutantes, ahogando en ellos el sentido de la expresión que les es propio?"...

Cuestiona abiertamente la formación de bailarines que no precisamente está dirigida a potencializar sus facultades sino a repetir patrones de movimiento según estándares designados por quien está al frente. También señala las consecuencias que derivan de esto, cuerpos destinados a ser autómatas, ejecutantes que difícilmente serán intérpretes:

..."Los pasos, la soltura, y el brillo de su encadenamiento, el aplomo, la firmeza, la rapidez, la precisión, las oposiciones de los brazos a las piernas: he ahí lo que yo llamo el mecanismo de la danza. Cuando todas estas cosas no se ponen en ejecución por el espíritu, cuando el genio no dirige todos estos movimientos y el sentimiento junto con la expresión no le prestan las fuerzas que serán capaces de conmoverse e interesarme, entonces aplaudo la destreza, admiro al hombre máquina, hago justicia a su fuerza y a su agilidad, pero este no me hace experimentar ninguna agitación, no me enternece y no me causa más sensación que la que podría provocarme el arreglo de las siguientes palabras: 'constituye... El... la... vergüenza... no... crimen... y... el cadalso'... Sin embargo estas palabras, dispuestas por un gran hombre, componen este bello verso del Conde Essex:

'El crimen, y no el cadalso, constituye la vergüenza'

De esta comparación se debe concluir que la danza encierra en sí todo lo necesario para un hermoso idioma y que no es suficiente conocer el alfabeto"...

Hace hincapié en concebir la danza como un lenguaje con sentido, en comprender al cuerpo en movimiento desde sus posibilidades expresivas, y no de cualquier movimiento, sino desde una sucesión de gestos ingeniosos que permitan dar coherencia al lenguaje corporal, hacer uso de la técnica como un alfabeto alejado de la ocurrencia, del atractivo banal del exhibicionismo técnico para poder comunicar con contundencia.

A propósito de la confusión que existe en varias compañías y ballets folclóricos, que piensan que la técnica es la danza y que la cantidad de ejecutantes es equiparable a su calidad, Noverre ya observaba la tendencia a buscar el mayor grado de complejidad en la ejecución y a atiborrar de bailarines el escenario, cayendo en escenas frívolas y sin sentido:

..."Más por un efecto desgraciado de la costumbre o de la ignorancia, hay pocos ballets razonados; se baila por bailar; se imagina que todo consiste en la acción de las piernas, en saltos elevados y que se ha cumplido la idea que las personas de buen gusto se forman de lo que es un ballet, cuando se lo recarga de ejecutantes que no ejecutan nada, que se entremezclan, que se entrechocan, que no ofrecen otra cosa que cuadros fríos y confusos, dibujados sin gusto, agrupados sin gracia, privados de toda armonía y de esa expresión, hija del sentimiento, única que puede embellecer el arte infundiéndole vida"...

Y va más allá, critica las fórmulas repetitivas en el ballet (que se siguen reproduciendo actualmente en la danza folclórica) donde la creación se deja de lado, recurriendo reiteradamente a la misma manera de representar la danza e inclusive, en los casos más desafortunados, se copia descaradamente el trabajo de otros:

..."Sé que el frívolo temor de innovar siempre detiene a los artistas pusilánimes; no ignoro además, que el hábito apega fuertemente los talentos mediocres a las antiguas normas de su profesión; concibo que la imitación en todos los géneros tiene un encanto que seduce a quienes no poseen gusto ni genio, por la sencilla razón de que es menos difícil copiar que crear...Interrogad a los artistas; preguntadles por qué no se dedican a ser originales y a dar al arte una forma más sencilla, una expresión más verdadera y un aire más natural. Para justificar su indolencia y pereza, la responderán que temen ponerse en ridículo, que hay peligro en innovar y en crear; que el público está habituado a una manera y que apartarse de ella sería desagradarlo. He ahí las razones en que se fundan para someter el arte al capricho y al cambio... Se esforzarán, en fin, por persuadiros que es más glorioso vegetar y languidecer a la sombra de los originales que los eclipsan y aplastan, que darse el trabajo de ser ellos mismos originales"...

También tocó cuestiones sobre el vestuario y la pertinencia en su diseño para dotar de valor la escena, que nos pone a pensar a propósito de lo que arbitrariamente se ha seleccionado como 'traje típico' y las modificaciones exageradas que suelen atribuirle:

..."cuanto más adornado de baratijas, lentejuelas, gasas y redecillas esté un traje, tanto mayor mérito tendrá a los ojos del actor y del espectador desprovistos de buen gusto"...

Parece que fue escrito ayer, las pedradas caen a montones para gran parte del gremio. Éstas cartas son más contundentes que lo que muchos académicos, puristas y experimentales han aportado en la actualidad, sus palabras siguen teniendo tintes revolucionarios para la danza escénica. Bien vale la pena leer los escritos de Jean George Noverre. Les dejo un último fragmento que bien podría replicarse cada Día Internacional de la Danza, aporta más que mucho de lo que se promueve cada año en el mensaje oficial:

..."Y a vosotros, jóvenes que deseáis intentar la composición de ballets y que creéis que para tener éxito en ello solo es necesario el haber estado dos años bajo la tutela de un hombre de genio, empezad por saber que es necesario que lo tengáis vosotros. Sin ardor, sin espíritu, sin gusto y sin conocimientos, ¿osaríais creeros bailarines? Queréis componer de acuerdo a la historia y la ignoráis; según los poetas y no los conocéis. Dedicaos a estudiarlos; hacer que vuestros ballets sean poemas y aprender el arte de saber elegir... Haced bailar a los figurantes, pero que hablen y representen al bailar y que las pasiones los metamorfoseen a cada instante... No vayáis nunca a los ensayos con la cabeza llena de figuras y vacía de buen sentido... Llevad hasta el entusiasmo el amor por vuestro arte. No se obtiene éxito en las composiciones teatrales si el corazón no se agita, el alma no se anima, las pasiones no gritan y el genio no alumbra todo.

Si por el contrario sois tibios, si vuestra sangre circula apaciblemente por vuestras venas, si vuestro corazón es de hielo y vuestra alma insensible, renunciad al teatro y abandonad un arte que no ha sido creado para vosotros. Dedicaos a una ocupación dónde los movimientos del alma sean menos necesarios que los movimientos de los brazos y donde el genio tenga menos que hacer que las manos.

De seguirse estos consejos, señor, se libraría la escena de innumerable cantidad de malos bailarines y de malos maestros de ballets, enriqueciendo las herrerías y tiendas de artesanos con un grupo muy numeroso de obreros más útiles a las necesidades de la sociedad que a sus diversiones y placeres"...

Después de leer a Noverre, ¿qué otros antecedentes lejanos encontramos con este nivel de pensamiento y visión sobre la danza escénica que pudieran ser la figura del Día Internacional de la Danza? Revisemos la historia.

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